La edad biológica está sobrevalorada. Esta hipótesis resulta provocadora para los fundamentalistas que defienden verdades inmutables, aunque los más progresistas reconocen que la edad no determina aspectos como la madurez personal.
Sin embargo, la intención no es únicamente provocar, sino evidenciar cómo las circunstancias del entorno desafían las nociones tradicionales de juventud.
La precariedad laboral, la dependencia familiar prolongada y la imposibilidad de adquirir vivienda propia mantienen a las personas de 30 años en un estilo de vida juvenil, similar al de los veinteañeros.
Este fenómeno, aunque generalizado, revela un cambio generacional profundo. Las personas de 30 años prefieren invertir en consolas de videojuegos, servicios de streaming o teléfonos inteligentes antes que en hipotecas. Ante la imposibilidad de adquirir vivienda, estos gastos representan un alivio temporal frente a la resignación.
El fenómeno no es nuevo. La etapa de “juventud” se ha extendido progresivamente durante varias décadas. Las generaciones de entreguerras y posguerra no tuvieron tiempo de vivir esta etapa; debían trabajar arduamente para mantener a sus familias y, frecuentemente, para sobrevivir.
La combinación de inocencia,...
Hace un par de años se vio una campaña de la cerveza Corona, la marca mexicana más reconocida en el mundo, donde en un juego de palabras muestra a mexicanos que cambian el “mande” por el “mando”.
Buscaba provocar el orgullo mexicano y el no “agacharse” o ser complacientes con los demás, una actitud que se piensa es propia de nuestro país.
Pero el cambio no vino por una campaña publicitaria, sino por el paso del tiempo y ¿la influencia extranjera? En los pasillos de las escuelas mexicanas ya no se escucha el regaño común: "No se dice '¿qué?', se dice '¿mande?'". Esta corrección, omnipresente durante el siglo XX, está desapareciendo del repertorio educativo familiar. Y se lleva consigo uno de los mexicanismos más distintivos del español mundial. El "mande", una respuesta cortés que puede suplirse por un "dígame" o "¿qué necesita?", enfrenta su mayor crisis existencial.
El declive del "mande" representa más que un simple cambio lingüístico. Es el síntoma de una transformación cultural donde las nuevas generaciones mexicanas priorizan la...